El término de neumática proviene de griego que se interpreta como viento o soplo, donde las primeras aplicaciones registradas en el mundo datan del año 2.500 a.C. por medio del uso de muelles de soplado.

Muelle de soplado

El primer compresor mecánico, llamado muelle manual, fue creado durante la mitad del tercer milenio a.C. y el fuelle de pie no fue empleado hasta el año 1.500 a.C. Estos inventos ocurrieron durante un periodo en el que se dio la unión del cobre y el estaño para crear el bronce.

Uno de los investigadores y primeros en tenerse registro sobre sus aportes en la neumática industrial y uso del aire comprimido, fue el matemático he inventor griego Ktesibios (285 a.C.-222a.C.). Escribió los primeros conceptos relacionados al tema y considerado el padre de la neumática.

Hace más de dos mil años, construyó una catapulta de aire comprimido, basada en un cañón neumático que, rearmado manualmente comprimía aire en los cilindros. Al efectuar el disparo, la expansión restituía la energía almacenada, aumentando de esta forma el alcance del mismo.

Catapulta de aire comprimido

Uno de los primeros libros que trataron el teme del empleo del aire comprimido como energía, dio luz en el siglo I de nuestros tiempos, describe los mecanismos accionados por el aire caliente. Posteriormente, pasada la edad media, fue utilizada en la construcción de órganos musicales, en la minería y siderurgia (tratamiento de mineral de hierro para obtener diferentes tipos de éste o de sus derivados como el acero).

Desde entonces el aire tuvo diversos usos, en algunos casos, vistos en la naturaleza, en movimiento, el viento (conocido como energía eólica), lo convirtieron en energía mecánica mediante los molinos de viento, logrando diferentes acciones, como movilizar moliendas (proceso que persigue extraer jugos de diversos productos de la tierra como los cereales, la caña de azúcar o la uva). Por otra parte, la navegación con el uso de las velas de viento fue probablemente, una de las aplicaciones de más provecho de ésta fuente.